«La formación a distancia en tiempos de Covid-19: una oportunidad para pensar sobre la manera en que hemos venido enseñando y aprendiendo»
La profesora Sylvana Valdivia, nos comparte el siguiente artículo que expresa una breve reflexión sobre las implicancias de la formación a distancia desde su mirada y experiencia como docente y formadora de profesores.
La educación virtual se ha extendido cada vez más en los últimos años debido al avance de las tecnologías de la información y la comunicación. Sin embargo, ante la pandemia del COVID-19, esta modalidad se perfila como la única alternativa para asegurar la continuidad de la educación. Según cifras de UNESCO, la interrupción educativa afecta a más del 70% de estudiantes a nivel mundial. Este contexto obliga a las instituciones educativas a replantear sus programas formativos, inicialmente formulados en la modalidad presencial, y evaluar las posibilidades de migración de contenidos a plataformas virtuales: ¿Están todos los cursos presenciales en condiciones de ser migrados? ¿Qué implica una modalidad a distancia? ¿Cómo se organizan los cursos en una plataforma virtual?
“Según cifras de UNESCO, la interrupción educativa afecta a más del 70% de estudiantes a nivel mundial.”
Existe, en primer lugar, un prejuicio extendido de que la oferta virtual no necesariamente es garantía de calidad educativa. Lo cierto es que tanto en una modalidad presencial, semipresencial o virtual se pueden crear experiencias de aprendizajes con un sello de excelencia académica, siempre que los propósitos formativos sean coherentes con el tipo de curso y la modalidad ofrecida y exista una preparación docente al respecto. Por su naturaleza, algunos cursos han de ser brindados en una modalidad presencial, como por ejemplo aquellos que requieren trabajo de campo, desarrollo de procesos en laboratorio o puesta en práctica de determinadas destrezas. Tomando en cuenta estas consideraciones se puede inferir un paso fundamental: seleccionar los cursos que se encuentran en condiciones para migrar a la modalidad virtual.
“Lo cierto es que tanto en una modalidad presencial, semipresencial o virtual se pueden crear experiencias de aprendizajes con un sello de excelencia académica.”
Los cursos seleccionados deben ajustarse a las características y dinámicas propias del entorno. Este cambio, afortunadamente, implica aspectos de forma mas no de fondo en tanto se asegure la enseñanza, el contacto entre docente y estudiante, así como el seguimiento de tareas y la evaluación. Se comparte el contenido a partir de presentaciones interactivas, audios, videograbaciones o clases en tiempo real. En este último caso, se puede combinar la explicación con momentos de intercambio y discusión. Asimismo, los canales de comunicación se mantienen habilitados a través de diversos canales como el correo electrónico, las herramientas de chat o el foro de participación, con el fin de hacer un acompañamiento.
La evaluación es otro de los puntos puestos en cuestión, aunque esto sucede en todas las modalidades. En efecto este escenario demanda no solo el uso de cuestionarios en línea, sino también el planteamiento de problemas, la elaboración de ensayos, el análisis de casos o el desarrollo de propuestas de solución, combinando el aprendizaje individual con el colaborativo.
La pregunta final que todos nos planteamos es predecible ¿estamos preparados? Es probable que no lo estemos por completo porque tan importante como el proceso de capacitación docente para diseñar cursos en plataformas y la consecuente gestión del aprendizaje, lo son: la disposición del estudiante, sus condiciones de acceso a la tecnología y su capacidad para trabajar a distancia y organizarse de manera autónoma. En tiempos de distanciamiento social, el reto será mejor encarado si se considera este proceso como una oportunidad para pensar sobre la manera en que hemos venido enseñando y aprendiendo.