Artículo de profesores

“Soy egresada de la Facultad de Ingeniería Química desde hace varios años y hasta ahora recuerdo con indignación cuando por algún motivo mis compañeras o yo, teníamos que pasar por la Facultad de Ingeniería Mecánica, sentías las miradas sostenidas que te clavaban era muy incómodo y dicho sea de paso, muy normalizado en los estudiantes” (Testimonio).

Este testimonio, como muchos otros denunciados dentro de las defensorías universitarias develan la violencia sexual que convive con los estudiantes universitarios de diversas casas de estudio en Perú como en otros contextos internacionales.

En la provincia de Córdoba, se realizó una investigación llevada a cabo entre los años 2009 y 2010 por el Programa de Género de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), respecto a las desigualdades de género en el ámbito universitario. La información que se obtuvo de una muestra de 711 docentes estaba compuesta por un 51,9 % de mujeres y un 48,1 %  varones. El 20 % de la población encuestada señaló conocer casos de discriminación en la UNC. Luego, respecto al acoso sexual, se informa que el 15.3% de la población encuestada reconoce que existen casos (Rodigou, Blanes, Burijovich y Domínguez 2011).

En la Universidad del Azuay, en Ecuador, se llevó a cabo una investigación sobre la frecuencia del acoso sexual perpetrado por docentes hacia los y las estudiantes sobre la base de 325 estudiantes. El porcentaje de casos de acoso sexual por facultad fue del 29 % en la Facultad de Diseño; 28 % en Derecho;  25 % en Filosofía;  23 % en Administración y  19 % en Ciencia y Tecnología (Spinetta, 2013).

Otro estudio sobre acoso sexual llevado a cabo en el año 2007 en la Universidad de Caldas, Colombia, a través de encuestas a estudiantes mujeres indica que el 18,4 % de un total de 298 encuestadas informaron la existencia de uno o más eventos violentos durante su vida universitaria, fueron denunciados 84 casos de acoso sexual y 8 casos de violación. El acoso más frecuente fue el considerado “leve o verbal” 34.7% que consistía en chistes o conversaciones con contenido sexual, miradas o gestos lascivos y muecas. Asimismo, los resultados de la encuesta indican que casi en el 70 % de los casos, las situaciones de acoso sexual  tuvieron lugar en los dos primero años de la universidad (Spinetta, 2013).

En el Perú existen pocas investigaciones respecto al tema de acoso u hostigamiento sexual, la primera, fue una investigación exploratoria realizada por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (2012) a universidades limeñas; se pudo comprobar  que el 46,8 % de los estudiantes piensan que el hostigamiento sexual se da porque uno lo permite. Este resultado, evidencia que un porcentaje considerable de los encuestados cree que la persona víctima es quien tiene responsabilidad en estos actos de violencia y es culpable porque se piensa que genera, busca o permite el acoso. Esa primera mirada al hostigamiento sexual en el Perú, abre una problemática de estudio y preocupación, debido a que la estadística confirma que los estudiantes conviven con un clima de violencia sexual y que esta se encuentra normalizada.

En el mes de julio del 2019, se publica en Perú el Reglamento de la Ley N° 27942 “Ley de Prevención y Sanción del Hostigamiento Sexual”. Dicho reglamento tiene por objeto desarrollar las normas generales y específicas para prevenir, investigar y sancionar el hostigamiento sexual regulado en la Ley N° 27942, Ley de Prevención y Sanción de Hostigamiento Sexual, en adelante la Ley (Art.1).

El artículo 11° del reglamento hace referencia a las medidas de prevención del hostigamiento sexual; este artículo señala que las instituciones deben brindar como mínimo las siguientes capacitaciones para prevenir situaciones de hostigamiento sexual:

  • Una (1) capacitación en materia de hostigamiento sexual al inicio de la relación laboral, educativa, formativa, contractual u otra relación de autoridad o dependencia. Estas capacitaciones tienen como objetivo sensibilizar sobre la importancia de combatir el hostigamiento sexual (…).
  • Una (1) capacitación anual especializada para el área de Recursos Humanos o el que haga sus veces, el Comité de intervención frente al Hostigamiento Sexual o el que haga sus veces y los demás involucrados en la investigación y sanción del hostigamiento sexual, con el objeto de informar sobre el correcto tratamiento de las víctimas (..).

Si bien es cierto, que dicho reglamento señala que mínimamente se necesita una capacitación para modificar la conducta, percepción, establishment de violencia sexual con la que convivimos, me interesó conocer si efectivamente era posible lograrlo.

Primero, debía medir cuál era la percepción de los estudiantes, respecto al hostigamiento y acoso sexual en el campus. Luego, de los resultados obtenidos en el test, me propuse trabajar un programa de prevención y sensibilización de la violencia sexual dentro de una facultad de la Universidad Nacional de Ingeniería, Lima en el año 2019; dicho programa tuvo una duración de cinco semanas, los formatos que se trabajaron fueron diversos, tales como: talleres expositivos, sociodrama, testimonios, baile, infografías, retroalimentación tanto en el aula como a través de las redes sociales.

El apoyo de la Defensoría Universitaria para trabajar el proyecto fue necesario; se sumaron tanto docentes como estudiantes voluntarios para la ejecución del proyecto, no obstante, no fue fácil convencer a las autoridades y a los docentes cuyas aulas serían capacitadas, ya que consideraban que no forma parte de una malla curricular o un plan de estudio este “tipo de temas”.

Es menester señalar, que lo que se buscó con el programa, tuvo como primer objetivo, generar una sensibilización al espectador; dado que, de los resultados obtenidos en el Pretest, evidenciaron que los estudiantes hombres fueron espectadores de violencia sexual en un 92 % y las mujeres en 78 %, por lo que se necesitaba trabajar en mayor medida, con este agente. El modelo Kiva (contra el bullying) que está siendo aplicado en países como Finlandia y Europa, y que está generando resultados muy importantes, ­–ya que desde su aplicación hasta la fecha más del 70% de los casos de bullying se han reducido en dichos países –. Fue una de los que se trabajó dentro del programa, asimismo, fue adaptado para la realidad universitaria y en el tema que nos reúne (García-Ajofrín,2018).

Luego de trabajar el programa, decidí medir si éste había generado algún tipo de impacto en los estudiantes, por lo que se tomó el postest, generando un impacto positivo en el reconocimiento de estereotipos sexuales, hostigamiento sexual, agentes que generan la violencia sexual, lugares donde se realizan más actos de violencia y normativas que sancionan el hostigamiento sexual.

Si bien es cierto, el programa tuvo este impacto positivo, las mujeres pudieron reconocer al 100% los estereotipos de género normalizados, no obstante, los hombres solo modificaron su percepción respecto a este tema en un 30%, por lo que los actos de violencia sexual, se encuentran más arraigados en ellos, la cultura machista con la que se han formado aún continúa con las fauces bien fijas, por lo que un programa de corto plazo como el desarrollado, no es suficiente.

Esta investigación, proporciona un nuevo aporte: “se necesita más de una capacitación para poder cambiar pensamientos de violencia tan envueltos en nuestra idiosincrasia”; tampoco es suficiente programas a corto plazo, por el contrario, se necesitan programas a largo plazo que formen parte de la cultura estudiantil, no solo de manera trasversal, sino que incluso, formen parte de la malla curricular.

De esta investigación, nació en mí la necesidad de escribir el libro “Hostigamiento sexual universitario. El espectador como agente de cambio”. La publicación es un llamado a la acción, a través de una lectura cómoda pero reflexiva, nos invita a ser parte del cambio, sentir indignación que nos lleve a alzar la voz cuando se presencie actos de violencia sexual, a fomentar una cultura que tenga como fin denunciar este tipo de actos; lograr generar empatía, y con esto, ser la voz, si la víctima de violencia no puede hacerlo.

El libro está construido en cinco capítulos, el primero, La universidad como semillero de cambio; el segundo, El hostigamiento y acoso como pandemia invisible; tercero, El odioso intento de tapar al sol con un dedo, el cuarto, La importancia de cambiar uno para cambiar todos, y el quinto, Somos parte del problema, pero también de la solución.

Cristina Ayoub Riche, Presidenta del Instituto Latinoamericano del Ombudsman (ILO), Brasil presenta la publicación. Y está prologado por Jorge Luis Rivera Huesca, presidente de la Red de defensores de Derechos universitarios (REDDU), México.

Y citando a Richie “¡A todos les deseo una lectura amorosa y ansío que se sumen y aporten a este proceso que abrirá, seguramente, amplias posibilidades de hacer el bien!

La publicación está disponible en librosperuanos.com y en el Fondo Editorial – EDUNI.  Si quiere contactar con la autora de la publicación, puede contactarla al correo eacevedor@uni.edu.pe.

Referencias:

García-Ajofrín, Lola (2018). “La fórmula de Finlandia para combatir el ‘bullying’”. Diario el País de España. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2018/11/06/planeta_futuro/1541516726_663171.html

Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (2012). “Hostigamiento sexual en mujeres y varones universitarios. Un estudio exploratorio”. Biblioteca Nacional del Perú. https://www.repositoriopncvfs.pe/wp-content/uploads/2015/07/hostig_sexual_en_mujeres_x_varones_univ.pdf

Rodigou, Blanes, Burijovich y Domínguez (2011). “Trabajar en la Universidad (Des) Igualdades de Género por transformar”. Universidad Nacional de Córdova

Reglamento de la Ley N° 27942 (2019). “Ley de Prevención y Sanción del Hostigamiento Sexual”. Publicado en el Diario el peruano.

Spinetta, B. (2013).Comahue no es una isla”.  Equipo Latinoamericano de Justicia y Género. Recuperado de: http://www.ela.org.ar/a2/index.cfm?muestra&codcontenido=1819&plcontampl=12&aplicacion=app187&cnl=36&opc=50